Por CAROLINA JACKY / Estamos a seis meses desde que la pandemia llevó a dictar la primera cuarentena.
COVID19 llegó para quedarse y cambiar nuestras vidas.
Entre el mes de marzo y abril en el canal de YouTube (https://www.youtube.com/channel/UCxRomdkX2wstD3kPLGuJ2kg…) subimos unos videos explicando cómo enfrentar en forma digital y a distancia el ejercicio de la abogacía.
En ese entonces ya se anticipaba que para este tiempo seguiríamos con restricciones y limitaciones en las actividades y la necesidad de que toda la justicia debía digitalizarse en forma urgente.
Hoy podemos decir, con el diario del lunes, que para marzo y abril del año que viene, seguiremos en las mismas condiciones.
Dos días antes de ese 14 de marzo en que se decretó la cuarentena en todo el país, el Gobernador de la Provincia de Mendoza me recibía en su despacho.
El motivo de esa entrevista era la preocupación de que viviéramos lo que ya se vivía en Europa y la necesidad urgente de digitalizar el Poder Judicial.
Pensando en los derechos de la mujer, pensando con perspectiva de género y en la necesidad de que tengan un rápido acceso a la justicia, se habló de las líneas de crédito internacionales existentes.
Lamentablemente esa conversación no continúo, y los acontecimientos cambiaron la agenda.
No se puede negar que el Poder Judicial actuó rápidamente para tratar de atender todas las urgencias.
Dentro de la estructura de tribunales se encontraba un área de informática, bastante postergada, pero que como bomberos tuvieron que salir a salvar la situación.
De nada sirve criticar sobre el tiempo perdido en modernizarse y la falta de previsión en las reformas de los Códigos de Procedimientos realizada hace pocos años atrás. Ahora debemos aportar soluciones.
Mientras el Poder Judicial tiene mucha tarea a realizar, el Poder Legislativo ya tendría que estar trabajando en la reforma de aquellos Códigos de Procedimiento, lo que esperamos realicen consultando a los profesionales de informática que ya trabajan en Tribunales y teniendo en cuenta lo que ya otras provincias argentinas han realizado en la materia.
El Poder Ejecutivo también debe hacer los esfuerzos para lograr recursos nacionales o internacionales para todas estas reformas y modernizaciones.
SOBRE EL EJERCICIO PROFESIONAL
En este caso cada uno decide cómo llevar adelante el trabajo, y no es la intención imponer ningún sistema. La idea es contar una experiencia que puede servir para el futuro.
La premisa es encontrar la vuelta para poder seguir trabajando, y para eso no hay otra solución que reinventarse. Puede pasar mucho tiempo para volver a lo que era antes, y también es posible que nunca más vuelva a ser como era antes.
No hay dudas de que hay que amigarse con las computadoras y los teléfonos inteligentes, esto es algo que no se puede evitar.
Una alternativa es buscar el servicio de profesionales de la informática para que se incorporen como parte de la oficina.
Tengamos en cuenta que hoy la oficina puede tener un lugar físico determinado o puede ser Home-Office (Oficina en Casa).
Lo primero es tener en claro que hay que pensar en realizar grandes cambios.
Para esto la idea de esta nota es trasmitir una experiencia personal.
Desde el año 2012, y un poco antes se decidió tener una comunicación con todos los clientes vía e-mail.
Se realizaba una primera entrevista donde se le explicaba la forma de trabajo.
La clienta debía llenar un formulario, que fuimos corrigiendo en el tiempo, que debía llenar con todos los datos personales y de los terceros, redactar la historia del problema y lo que se pretende, con toda la información necesaria, y lo remitía por correo electrónico.
Para ese tiempo la Justicia Federal estaba implementando el expediente digital, lo cual ya demando un cambio en la forma de trabajo, una adaptación al nuevo ejercicio de la abogacía.
A partir de ese momento se empieza a recorrer el camino de la carpeta digital, aunque se recibían copias de documentación, día a día se fue cambiando esa práctica por la remisión de esa prueba vía internet.
La carpeta digital se la vinculaba con el correo electrónico de la clienta.
Esta forma de trabajo llevó a que no se atendiera ningún cliente que no tuviera correo electrónico.
En el 2018 se implementó el cobro de honorarios y gastos por depósito en CBU, haciendo de esta forma que el contacto con el cliente fuera cada día más virtual y menos presencial.
A principios de ese año se decidió ir desmontando el estudio jurídico físico, transformándolo día a día en más virtual.
El domicilio legal físico ya solo quedaba para cumplir con algunas pocas formalidades.
Cuando se llegó al 2020 y con la llegada del COVID19 no hubo mucho que cambiar.
Computadoras, impresoras, escáner, discos extraíbles y pentdrive, eran elementos cotidianos de trabajo más la incorporación de algunos programas de comunicación para videoconferencias.
También se agregó otro proveedor de internet a fin de evitar desconexiones, y especialmente un Smartphone con capacidad para contener las App necesarias para el trabajo.
Toda la información y documentación de los clientes se encontraban en carpetas digitales, y todo el estudio se podía trasladar a donde uno quisiera.
COVID19 permitió pasar directamente a las entrevistas por videoconferencia, las que pueden realizarse en cualquier horario y cualquier día, brindando a las clientas la posibilidad de atenderla en el día y hora que mejor le convenga.
Desde el Poder Judicial, tanto desde la Suprema Corte como desde el Ministerio Público Fiscal se impartieron disposiciones para el acceso remoto a la justicia.
Así llegó la firma electrónica y el token, las audiencias por videoconferencia y la digitalización de las causas.
No todos los jueces están de acuerdo y muchos se resisten a las audiencias virtuales y a la digitalización de las causas.
Muchos con este actuar están violando la ley al impedir el acceso a la justicia y el actuar con la debida diligencia, cuestión que les puede deparar uno que otro dolor de cabeza.
Todavía falta mucho más que hacer y no se advierte que existan consultas especialmente con los profesionales dispuestos a aplicar estas nuevas tecnologías.
Hay muchos que se oponen a estos cambios, otros que no se adaptan o directamente rechazan ingresar a esta “nueva normalidad”.
Como en otras actividades, los que no se reinventen como abogados no podrán seguir trabajando.
Los que insistan en trabajar como antes solo perjudicarán a sus clientes y a ellos mismos.
El COVID19 vino para quedarse por un buen tiempo, pero también es un alerta que no debemos despreciar. El COVID19 es un aviso de que mañana puede ser COVID20 o 21, quien lo sabe, pero hay que prepararse.
Prepararse es aprender cómo trabajar en la “nueva normalidad” y pensar que muchos de los pasos ya dados no volverán para atrás.
La Justicia Federal ya estaba avanzada en la digitalización, algunas provincias como San Luis ya tenían su justicia provincial digitalizada.
Actualmente hay varias provincias que han avanzado en la digitalización del servicio de justicia.
Mendoza no puede ser distinta al resto.
Por un lado dicen que Mendoza es la capital del conocimiento, pero en materia judicial tenemos jueces y abogados que quieren seguir cosiendo expedientes con piolín.
Hay que reinventarse, la Justicia debe digitalizarse en forma completa y descartar todo lo presencial usando inteligencia y creatividad para poder brindar el servicio.
Quien no pueda o no sepa como reinventarse, pero si quiera hacerlo tendrá que contratar creativos, informáticos.
Se abre así un nicho de servicio para abogados y estudios jurídicos.
Los profesionales del derecho deben ser un puente para el acceso a la justicia, y para ello tendrán que estar a la altura de los acontecimientos.
Los y las clientas van a tener también que adecuarse a esta “nueva normalidad”, y entre todos tenemos que facilitarle ese acceso.
Nace acá la colaboración entre profesionales y magistrados, los que deberán facilitar nuevas formas y métodos para el acceso a la justicia.
Debemos estar dispuestos al cambio, resistirse es caminar al fracaso.
Carolina Jacky