Por CAROLINA JACKY / Cada día crece más la demanda de aquellos que ya no saben cómo vivir. Las mujeres que peregrinan por un aumento de cuota alimentaria o porque simplemente le paguen la que se fijó. También hombres que perdieron su trabajo y que no saben cómo cumplir con su obligación legal.
Abuelos demandados por ser solidarios en el deber alimentario a sus nietos. Mujeres y hombres despedidos de sus trabajos, ellas con menos posibilidades de reinserción, algo que es parte de la discriminación al género femenino. Muchas mujeres prefieren callar y no denunciar los maltratos, ya sea para conservar su trabajo o su techo.
Personas con discapacidad que han perdido su beneficio o que no se los otorgan, o que pronto lo perderán.
Jubilados y pensionadas que cada día no saben cómo atender a su salud, y ni hablar de pagar sus cuentas. Afiliados de ANSES que recurren a créditos usurarios para pagar sus cuentas o comprar sus medicamentos.
Trabajadores que llevan más de un año o dos esperando su jubilación y que ya dejaron su trabajo.
Los que todavía esperan una reparación histórica que nunca les llegó, o aquellos que llevan más de un año para que ANSES les pague el juicio que ganaron.
Para quienes pensaron que era muy difícil perder los derechos que la Constitución, los Tratados y las Leyes le habían consagrado, se les debe decir que no fue tan difícil. En un escueto resumen se advierten todos los derechos que se han perdido.
Como podemos hablar de salario digno, cómo podemos hablar de acceso a una vivienda, como podemos hablar del derecho a la salud, al bienestar social, a una vejez digna. Si hablamos de la niñez, se nos parte el corazón de saber el grado de desnutrición al que ha caído gran parte de la población, especialmente los niños.
Cada cierre de un negocio, una fábrica, son muchas familias que quedan sin ingresos. El mercado informal permite a algunos seguir sobreviviendo, menor precio y peor calidad. El paso siguiente es buscar alimento en un basural.
Gran parte de la población ha debido resignar usos y costumbres, ha venido bajando escalones sociales, y esto afecta la psiquis, esto deprime y estresa.Son muchos los argentinos y argentinas que están pasando por esto.Muchos tratan de resistirse a bajar varios escalones de su nivel social.
Algunos ya están conociendo por primera vez lo que es vivir en la calle, lo que es vivir del asistencialismo.Entramos en uno de los peores inviernos, rogando que no sea tan crudo como otros.
Frente a esto, un año electoral, unas elecciones que parecen allá lejanas, que nadie sabe cómo llegará a ellas, pero lo que seguro sabe, es que llegará peor que hoy.Estamos ante una violencia institucional que golpea a toda la sociedad, nos atraviesa y deja heridas profundas.
Se advierte una gran depresión en la sociedad, hay malestar. Está faltando “esperanza”, está faltando “creer”. Posiblemente el tener una expectativa pueda ayudar, pero el hoy y ahora se debe contener.
Nadie olvidará esta crisis, nunca tan prolongada, y con un grado de vulneración de derechos humanos que llevara años reparar.Roguemos a que nazca una ESPERANZA.
#NIUNAMENOS