En 2026, el primer inmueble de altura de Mendoza, el Pasaje San Martín en la Ciudad de Mendoza cumplirá 100 años. En este contexto, el Ministerio de Cultura y Turismo de la provincia trabaja junto a la Municipalidad de Mendoza y el consorcio del edificio, en un proyecto de revalorización, que comenzó con un cuidado proceso de restauración de sus históricos vitrales. Las obras generales apuntan a convertir el lugar en un importante centro de esparcimiento.
Si pensamos en Mendoza y sus postales, casi con seguridad se nos viene a la mente la fachada del pasaje San Martín, en la intersección de la Avenida homónima y el Paseo Sarmiento. Además de una ubicación privilegiada, la construcción cuenta con elementos de un altísimo valor histórico y patrimonial. Entre ellos se destacan sus vitrales, verdaderas obras de arte, que son objeto de admiración de turistas y locales que pasean por el centro de la Ciudad.
La ministra de Cultura y Turismo, Nora Vicario, comentó: “Seguimos trabajando en la puesta en valor de espacios icónicos de nuestra provincia, para que los puedan disfrutar mendocinos y turistas. En este caso, trabajamos en el Pasaje San Martín, un edificio que forma parte de las postales que ofrece nuestra provincia, gracias a su belleza, su valor patrimonial y su historia. En esta etapa, la restauración de los vitrales estuvo a cargo de profesionales reconocidos en el país, con la supervisión de los especialistas de la Dirección de Patrimonio Cultural y Museos”.
“El pasaje San Martín representa uno de los primeros edificios en altura construidos después del terremoto y que comenzaron a generar un perfil urbano distinto de Mendoza. Posee mucho valor, desde el punto de vista arquitectónico. Este es el caso de los vitrales, que son sumamente valiosos y precisaban un trabajo de restauración. Uno de los aspectos más importantes ha sido llevar adelante un trabajo de restauración y puesta en valor, para colocar en tenor la importancia de éstos valores patrimoniales únicos que posee la Cuidad de Mendoza”, destacó el director de Patrimonio Cultural y Museos de la provincia, Horacio Chiavazza.
El funcionario agregó que el proyecto general del Pasaje San Martín avanza en diferentes etapas y apunta a que se mejoren las condiciones de uso del espacio, en especial, tratando de redefinir el rol de los locales y buscando desarrollar un programa que contemple la existencia de lugares de esparcimiento en la galería, que se puedan articular con la calle San Martín e incluso con el edificio del Ministerio de Turismo.
Los vitrales, en manos de un especialista
Esteban Grimi es rosarino y uno de los dos expertos en restauración y conservación de este tipo de obras de arte, de Argentina. Este año fue convocado para realizar su tarea en uno de los edificios emblemáticos de la Ciudad de Mendoza, el Pasaje San Martín. Con más de treinta años de experiencia, brindó detalles de las técnicas que utilizó y remarcó la importancia de que este tipo de trabajo sea hecho por especialistas en la materia.
“Los vitrales del pasaje San Martín por suerte están enteros, no se han perdido partes de las obras originales. En esta primera etapa retiramos 8 paños para trasladarlos al taller e intervenir según cada caso”, aclaró Grimi.
Al ser consultado sobre las especificidades del trabajo a realizar en el pasaje San Martín, el restaurador manifestó que se encontró con varias piezas con múltiples fracturas que fueron pegadas con epoxi. Estas fueron reconstruidas en su totalidad, sin pérdida del original.
Sólo en un caso fue necesario replicar una pieza tratando de fabricarla lo más aproximada al original posible, incluso con un vidrio muy parecido.
“Son vidrios de la época que no se consiguen en este momento en el mercado. En ese caso se usa el mismo método de pintura que se usó originalmente y el dibujo se copia de las piezas contiguas porque tienen una simetría”, remarcó el artista.
Durante toda la charla, Grimi subrayó que las técnicas de conservación de vitrales no son las mismas de las que se utilizan para la fabricación de un vitral nuevo.
“La diferencia entre un vitralista y un conservador es que el primero posee todas las técnicas para construir un vitral, mientras que el restaurador tiene que velar por mantener el original al máximo posible. Por ejemplo, en piezas que están fracturadas, no se pueden tirar y colocar nuevas porque las mismas tienen un valor histórico y artístico único, especialmente aquellas pintadas a mano. Un conservador de vitrales tiene que tener formación en historia del arte, conocimientos de química, física, estética, entre otros”, recalcó.
En este marco, Grimi también hizo referencia a la importancia de la documentación de los procesos para la restauración de este tipo de obra.
“Si hay un material que se agrega nuevo, eso tiene que estar bien documentado. Los pasos para encarar cualquier obra es hacer un estudio previo y antes de intervenir, también hay que documentar fotográficamente el estado actual de la pieza. Todo esto es necesario para, después, tomar las decisiones de cuál será el camino a seguir. Siempre se trabaja bajo una norma ética de no modificar el original, si no al contrario, mantenerlo el máximo posible con una mínima intervención y con métodos reversibles”, finalizó.