Por DANIEL ARIOSTO / El Instituto Nacional de Estadística y Censos de la Argentina informó un incremento del 7,4 % para el mes de julio, lo cual significa un aumento del 46% desde enero 2022 y del 71% en un año, y que representa un insoportable camino de decadencia.
No solo hemos superado a Venezuela, hecho que veíamos tan lejano, sino que hemos tenido un índice que hace décadas no alcanzamos
Los sectores que registraron los mayores incrementos el mes pasado fueron alimentos y bebidas no alcohólicas, con un 9,9 %; y bebidas alcohólicas y tabaco, con un aumento de un 9,4 % , sector textiles 8,5 %.
Las cifras parecen incapaces de reflejar la desazón y el sufrimiento que todo esto implica para el argentino promedio que ve cómo los alimentos, la ropa, el combustible y todo lo necesario para vivir no paran de incrementar su costo y como el dinero no alcanza para nada.
La incapacidad de la política ha llegado a niveles desesperantes. Un ministro y otro y otro no han logrado ni siquiera poder devolver un mínimo de confianza para ver el futuro con algo de esperanza en una Argentina que se siente en franca decadencia.
La “coalición” gobernante no llevó a esta situación con sus peleas infinitas y mezquinas y hoy, encontró como solución en pasar el mando a terceros.
¿Cómo pudimos llegar hasta acá?
Comenzamos con la deuda contraída por la otra gestión, pasamos a la cuarentena y la pandemia, después a la guerra y hoy cuando no hay a qué echarle la culpa y no se pueden poner más excusas quedamos a la deriva.
El delicado equilibrio quedó expuesto cuando tras la renuncia del ministro Martin Guzman, el castillo de naipes se derrumbó y nos llevó a todos al abismo
Por supuesto que la perspectiva para el mes de agosto es de alrededor del 7% y para el año puede superar las tres cifras
¿Quien va a poder sostenerse para entonces?
Las empresas sufrieron el parate de la cuarentena y sobrevivieron contra viento y marea, con salidas creativas y reconstituyéndose con nuevos formatos y herramientas, con la esperanza de la recuperación económica que vendría una vez superada la pandemia. Sin apoyo estatal se defendió a capa y espada.
Las personas, muchas echadas de su trabajo debieron reinventarse y aunque cayendo muchas en la informalidad, salieron a flote
Las autoridades debían preparar el terreno para la reactivación y ordenar las condiciones macroeconómicas para el despegue que debía venir pero las peleas internas de nuestros gobernantes no lo permitieron.
Algunos economistas, esperanzados pensaron que la guerra sería una oportunidad para el despegue porque Argentina tenía lo necesario: alimentos, gas y petróleo. Y de repente la realidad nos golpeó de lleno: los productores de alimentos no tienen las condiciones apropiadas para exportarlos y no podemos exportar energía porque quienes fueron los responsables de preparar la infraestructura en su momento no lo hicieron.
Y eso hizo además que gastamos los dólares que tanto nos hacen falta.
Y así con todo. Nos quedamos siempre en el plano de las intenciones, del deseo, del relato.
Escuchamos en cambio que hay una cierta “ sensación” de estabilidad en el mercado cambiario. No es la primera vez que se habla de “sensaciones “ y de relatos , negando la realidad del país .
Necesitamos acciones. Acciones en positivo. Acciones que se proyecten en el bien del país, en la vida de los argentinos, en dar trabajo y dignidad a quienes no tienen, de fomentar el desarrollo de la empresa, de generar condiciones para una educación de calidad, para una salud de calidad y de terminar con este camino de decadencia.