Por ALEJANDRO TRAPÉ / Dicen los que saben que identificar correctamente un problema implica ya tener buena parte de su solución. En Argentina el gobierno está dando palos a ciegas hace meses porque no alcanza a comprender cuál es el problema de fondo, lo confunde, no lo puede llegar a enfocar.
Muchos funcionarios que dicen que “…En Argentina el problema es que faltan dólares…”. Pensarlo así es un error porque induce a políticas equivocadas que buscan variadas formas de conseguir más dólares. Es cierto que existe escasez de dólares, pero hay que entender que es una consecuencia de otro problema de base, más profundo.
Un concepto económico de base puede ayudarnos con esto. La escasez de un producto proviene de una demanda que es mayor a la oferta y puede resolverse aumentando la oferta o achicando la demanda (o ambos a la vez). De no ser así, la presión para la suba del precio seguirá y seguirá…
Con los dólares pasa eso: su escasez no significa que HAY POCOS sino que FALTAN (no es lo mismo, el primero es un concepto físico, absoluto, el segundo es un concepto económico, comparativo): la demanda supera ampliamente a la oferta. Y esa demanda exacerbada responde, ahora sí, al problema esencial de la economía argentina desde hace décadas: los argentinos no confían en su moneda y no la quieren tener en sus manos porque se les desvaloriza. El problema son los pesos y no los dólares y por eso si atacamos al segundo sin tener en cuenta el primero, vamos a fracasar nuevamente. Es contraintuitivo pensar que una moneda que no es la nuestra nos de tantos problemas en nuestra economía desde hace décadas, no ocurre en ningún otro país de esta manera. Sin embargo, parece que la idea ha calado hondo en el gobierno, porque no la abandona. Es más, elabora toda su alambicada política económica alrededor de ella.
Y el problema de fondo está en otra parte: en particular en los últimos tres años proviene de la emisión desmedida de pesos, aún cuando buena parte de ellos se hayan “absorbido” con las LELIQs. Un par de números para apreciar la magnitud del tema:
• El actual gobierno, desde que asumió hasta la fecha ha emitido $2,58 adicionales por cada $1 que había de base monetaria en dic de 2019. Si antes la base era $1 ahora es $3,58.
• De esos $2,58 emitidos luego absorbió (colocando LELIQs) $1,24, dejando en la economía sólo $1,34.
• Esos $1,34 pasaron entonces a formar parte del pasivo del BCRA, un pasivo de muy corto plazo y que paga altos intereses. Esos pasivos “hot” en pesos deben renovarse mensualmente porque de no ser así el gobierno deberá emitir para pagarlos, con lo cual saldría a la calle el $1,34 restante.
• Esto ha hecho que en el pasivo del BCRA se haya formado una “bola” de pasivos hot que hoy representa más del 50% de la base monetaria. Una bomba.
Esclavo de su propia desprolijidad, el gobierno mes a mes debe convencer a los tenedores de LELIQs de renovarlas, es decir, de seguir confiando en el peso. Obviamente lo hace pagando tasas altísimas, porque es la única forma de que los argentinos “confíen momentáneamente” en su moneda. Es crucial conseguir que ese dinero no salga a la economía, porque sería un enorme golpe inflacionario, una hiper. Y allí está el centro de la cuestión, el problema de fondo.
Si alguna política indujera a que los argentinos (en particular los que tienen las LELIQs) prefieran mantener su propia moneda en sus manos, no interesaría tanto el tema de los muchos o pocos dólares que tenga el BCRA, porque nadie se desesperaría por comprarlos para poder mantener el valor de sus ahorros (aunque el presidente los llame errónea y despectivamente “especuladores”).
Al no entender esto, pensamos que una política como la del “dólar soja”, que acerque dólares al BCRA es la solución (o parte de ella). Pero lo cierto es que si la desconfianza en el peso no se resuelve, la gente más tarde más temprano querrá comprar esos dólares: si el BCRA afloja el cepo, deberá desprenderse otra vez de ellos, si lo ajusta la gente volverá al BLUE y empujará la inflación.
Ud puede preguntarse de dónde sacará la gente el dinero para presionar sobre esos flamantes dólares de la soja, en un contexto donde el gobierno ha prometido que no va a emitir. Es muy sencillo, porque aunque no quiera va a tener que emitir para comprar los dólares a los sojeros y entonces la base monetaria va a “saltar”. Una cuenta simple: si los sojeros liquidan por 6.000 millones de dólares (lo cual sería seguramente promocionado por el gobierno como un gran éxito), el BCRA deberá emitir 1,2 billones de pesos para comprarlos, o sea un salto de más de 25% en la base monetaria en un mes (setiembre 2022). Si no hay confianza para retenerlos en la billetera, esos pesos correrán a comprar dólares (o bienes)
Si para evitarlo se sigue con la política de colocar más y más LELIQs, la “bola de pasivos hot” en el BCRA crecerá notablemente: no será inflación hoy, pero seguirá aumentando la perspectiva de inflación mañana, ya que el pasivo caro del BCRA seguirá inflándose. Y mientras más dólares consiga que se liquiden, más dinero estará mandando a la calle (inflación hoy) o sus “pasivos hot” (inflación mañana).
Tiemblo al pensar que el gobierno comience a dar otros tipos de cambio diferenciales para otros exportables, aunque probablemente no podrá evitar las presiones.
Como en este caso del “dolar soja”, es frecuente que los políticos de turno quieran hacernos creer que “en Argentina, cuando se resuelve un problema aparece otro…”. No es así, lo que pasa es que no enfocan bien el problema de fondo y tiran sus tiros a otra parte. Como el problema de la moneda subsiste, va emergiendo de distintas formas a medida que se lo aborda mal.
Para matar a una hidra, el héroe de la película le clavaba su espada en el corazón, sabía que no bastaba con cortarle una de sus cabezas.