Por CAROLINA JACKY / Entre el DNU y la Ley Bases u Ómnibus, espacio en el que viene siendo sacudida la República Argentina, violentamente, donde está en juego el presente y futuro de sus habitantes, los cambios que se proponen requieren de un profundo análisis. Uno del tipo que no tenga en cuenta cuestiones personales o planteos esquizofrénicos. La realidad no debe ser empañada.
Estamos ante esta encrucijada por el fracaso de políticas erradas que terminaron endeudando al país y provocando un aumento sin precedentes de indigentes y pobres, con una inflación que ninguno supo controlar.
Dirigentes ricos y pueblo pobre, sin dudas en algo tenía que terminar.
En otro contexto, en otros países, la salida fue por algún tipo de autoritarismo populista de izquierda, pero este no era el caso para Argentina. Los argentinos no acostumbramos a ir por el camino del centro, sino por los extremos, siempre bandeándonos por uno u otro lado.
El pueblo buscó otra salida, y se encontró con una propuesta revolucionaria que acusaba a la clase política, a la casta, y que levantaba las banderas de la libertad.
Con un discurso de estilo anarquista, con banderas liberales y libertarias, aunque ideológicamente contrapuestas, un candidato logró posicionarse como opción, y así lo vió el pueblo.
El Presidente Milei llegó al sillón de Rivadavia, y con una característica muy especial, ser economista, rodeado de economistas propios y de otras fuerzas con similares ideas.
Según se dice, muchas de las reformas introducidas en el DNU y en la Ley Omnibus surgen de la pluma de economistas, y con una gran carencia de juristas.
Se habla de Alberdi, un gran jurista, pero no se advierte el respeto a la Carta Magna, que éste tenía y que todos deberiamos tener hoy en día.
Parece que los economistas diseñaron los cambios conforme la Constitución del 53 y sin tener en cuenta la del 94.
Siguieron en parte a Alberdi, pero se quedaron con las ideas económicas de 1853, las que hoy han sido adecuadas a los tiempos con el avance del constitucionalismo social.
Al desconocer los economistas el derecho vigente y situarse en viejas ideas liberales alejadas del constitucionalismo moderno, irrumpen con una reforma que terminará chocando contra el Poder Judicial, y será la Corte Nacional la que ponga freno a este avance.
Posiblemente por desconocimiento o desprecio del derecho, una vez más Argentina, y su pueblo deberá atravezar otra crisis, sin que hoy aparezca quien pueda ofrecer una salida que no sea las ya experimentadas.
Los que ya gobernaron fracasaron, y sin capacidad de autocrítica, no aparecen como alternativa.
Los que nos gobiernan tienen todavía la oportunidad de reconocer sus errores y rectificar el camino.
Para aquellos que colaboran con este cambio tienen la mayor responsabilidad, pueden advertir sobre los errores y aportar juristas que reparen las normas que de seguir adelante nos enfrentaran al mundo civilizado.
Sin dudas Argentina esta ante un debate ideológico donde algunos pocos saben bien en que y porque están en uno u otro lado, pero no hay que olvidar que tenemos una Constitución de base liberal que fue agiornándose en el tiempo, pero sin dejar esa base y ampliando derechos, derechos que deben respetarse.
Difícil transitar buscando el equilibrio y la mesura, justamente la Constitución es la mejor herramienta para encontrar ese lugar, respetar las instituciones republicanas, cumplir con su manda, que es respetar el Estado de Derecho.
El Congreso decidirá sobre el DNU y la Ley Bases, y la Corte Suprema dará su veredicto, y el pueblo no delibera ni gobierna sino por medio de sus representantes, y deberá esperar hasta las próximas elecciones para hacer escuchar su voz.