Andrea y Farid Nallim son hoy un ejemplo a nivel nacional con su empresa de reciclado de residuos tecnológicos localizada en Guaymallén Mendoza. Fueron entrevistados por Infobae luego de que fueran destacados por la revista Forbes.
En 2010 Andrea Nallim y su hermane Farid, sentaron las bases de lo que comenzó como un emprendimiento y se convirtió en una pasión a tiempo completo. Son mendocinos, y son pioneros en la región de Cuyo por su modelo de triple impacto, que no solo funciona, sino que además es rentable y fue calificado por la revista Forbes como un caso de éxito que merece reconocimiento. La planta de reciclaje de residuos de aparatos eléctricos y electrónicos -conocidos bajo la sigla RAEE-, funciona en Guaymallén, donde reciben 8.000 kilos por mes de “basura” que se convierten en recursos. “Somos el único animal que extrae metales preciosos de las piedras, de las montañas, y después lo tira o lo entierra”, asegura el cofundador y CEO de la compañía, en diálogo con Infobae.
La palabra “rescatar” significa mucho para ambos, y no aplican ese concepto solamente a lo material, sino también a las vivencias de su propia familia, donde las ganas de animarse a un camino propio estuvieron siempre presentes. “Mi papá y mi mamá tienen un emprendimiento geriátrico, que lo comenzaron hace 47 años, así que nos enseñaron que la perseverancia y los valores son lo más importante”, asegura Farid. Y agrega: “Mi abuela materna era cocinera, y murió cuando yo tenía 4 años, pero la fui conociendo a través de charlas familiares, y me di cuenta que también era un emprendedora con unos ovarios impresionantes, y una visionaria de derechos de diversidad, porque era una mujer independiente; incluso fue a cocinar a la televisión”.
Desde siempre, incluso en las fotos familiares de la infancia, a la dupla de hermanos se los veía uno al lado del otro, y a la distancia consideran que no era casualidad. Incluso estudiaron la misma carrera y se recibieron de Licenciados en Administración de Empresas. Por eso cuando se presentó la oportunidad de formar equipo no lo dudaron, aunque coinciden en que no imaginaban la complejidad real de lo que iban a afrontar. “Acababa de terminar la universidad, había estado trabajando en una empresa multinacional de Recursos Humanos, pero no me hallaba en los procedimientos que tenían, y fue en ese contexto que leí un artículo en un diario que hablaba sobre el crecimiento exponencial de residuos electrónicos”, rememora sobre su primer acercamiento a la problemática.
“La economía circular no es solamente el residuo, porque para reciclar con responsabilidad hay muchos otros elementos, como el transporte sustentable, la reducción de gases de efecto invernadero, y la creación de recursos con otras empresas a través del comercio justo”, describe el cofundador de Reciclarg
Quiso investigar más, y se dio cuenta de que en la provincia de Mendoza no había iniciativas de ese tipo de reciclaje, y a nivel federal podía contar con los proyectos con los dedos de una mano. “Estuve dos años trabajando, aprendiendo, probando, desarmando yo mismo computadoras para aprender el proceso y determinar qué era lo que podíamos hacer”, revela. En 2008 quería presentarse al concurso de premios Endeavor, y uno de los requisitos era que fuera una idea conjunta, de al menos dos personas. “Quería aprender más del ecosistema emprendedor, así que le comenté a mi hermana, me dijo que sí y se convirtió en mi gran socia”, comenta.
En 2010 se constituyeron como empresa, la llamaron Reciclarg, y pusieron en práctica todo lo que aprendieron en la planta de reciclaje electrónico. “Es un residuo que tiene muchas aristas, muchos componentes, distintos mercados, formas de trabajo, y a medida que fuimos creciendo fuimos logrando avanzar y perfeccionarnos, gracias a la experiencia y el conocimiento”, sostiene. Había que organizar una logística, generar la creación de “puntos verdes” en los diferentes municipios, para que el ciudadano común pudiera acercar sus computadoras, impresoras, celulares, televisores, equipos de audio, entre otros electrodomésticos, y evaluar cómo trasladarlos de manera segura, para luego pesarlos y proceder a la distribución de las diferentes unidades de negocio que planificaron.
“Actualmente cada argentino genera entre diez y doce kilos de residuos electrónicos por año; y desde 2013 hemos recibido 575.000 kilos de RAEES”, asegura Farid Nallim.
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