El referente del género retornó a la provincia tras una larga ausencia e hizo bailar con su música y energía al público que asistió al Aconcagua Arena.
Después de haber atravesado un cuadro de gastroenteritis aguda, que le impidió realizar el espectáculo programado, Carlos “La Mona” Jiménez (73) retornó a la provincia de Mendoza tras una larga ausencia e hizo bailar con su cuarteto y energía al público que asistió al Aconcagua Arena.
Los “jimeneros” se hicieron notar en los alrededores del estadio con cánticos, colores y pasión, esperando la apertura del recinto para disfrutar de la visita del principal referente del cuarteto argentino. Como estaba planeado, las puertas del estadio se abrieron a las 21 horas para dar acceso a lo que sería una noche inolvidable.
El evento tuvo un patio de comidas con especialidades argentinas, barras de tragos, stands con el merchandising oficial de Universo Jiménez, y hasta un espacio de Photospot con un mural enorme de La Mona que hicieron más amena la espera.
En una noche fría, la temperatura no impidió el espectáculo y Jiménez se ganó el corazón del público al mencionar repetidamente cada barrio, localidad y provincia de donde venían sus seguidores, acompañando sus palabras con sus típicos gestos con las manos.
“Hace muchos años que no venía a esta hermosa ciudad, extrañaba este calor de Mendoza. Les quiero mandar un beso a todos. El mejor vino argentino es mendocino”, manifestó Jiménez en la apertura show.
A partir de la 1 de la madrugada, el Rey del Cuarteto hizo su aparición y enloqueció a la multitud. Abrió con El Renegado, un tema conocido y aclamado por todos sus fans. Luego, cantó Tinta China, Celosa, Despierta corazón, entre lo más destacado de la noche.
Tocó durante más de dos horas, con un dominio impecable del escenario y un control absoluto del público. Lo que le permitió conectar con sus seguidores mientras cantaba, interactuaba, bailaba y enloquecía a sus jimeneros.
Fue un huracán de emociones que recorrió el sector Mandamás (el espacio Vip, apostado a pasos del escenario); el campo; y las tribunas del Aconcagua Arena. La puesta en escena tuvo pantallas gigantes, arte visual e imágenes en vivo de la banda cuidadosamente proyectadas.
Se despidió con tres hitazos que revolucionaron el Aconcagua Arena: Beso a Beso, Quien se tomó todo el vino y Solo Contigo. Gracias a esto, el público mendocino vivó una noche a puro cuarteto, baile y algarabía, típico sello de La Mona Jiménez.