Por CAROLINA JACKY / Quienes vivimos los tiempos de la dictadura sabemos lo que es la violencia, la pérdida de derechos y garantías, los fundamentalismos de uno y otro lado.
Desaparecidos, asesinados, torturados, violadas, en una lucha por imponer las ideas y el modo de vida, sin democracia.
Dijimos NUNCA MÁS, pero parece que muchos se han olvidado de esos tiempos, o por no haberlos vivido, o por pérdida de memoria. Hoy cometen la torpeza de transitar el camino de los violentos.
Quienes aprendieron esas prácticas hoy aplican los mismos métodos, con sus particularidades.
Lo más grave de esto es ver una dirigencia política que alienta esas conductas.
En todos los espacios políticos encontramos estos extremos. Los duros, los halcones, en definitiva, psicópatas políticos que quieren llevar al pueblo a otra frustración. Alientan y entusiasman al pueblo en estas soluciones, con discursos violentos y de odio.
A esos que poco les importa la ley y el derecho, que alientan el uso indiscriminado de armas o el discurso de odio, alentando la división del pueblo, provocando con sus discursos o relatos el repetir historias pasadas, solo se los puede parar con el voto.
Los derechos y garantías se pierden cuando no hay controles sobre estos dirigentes, controles democráticos. Estos controles solo existen en un sistema republicano.
Hay tres Poderes y cada uno de ellos son necesarios para ese control. Ninguna fuerza política puede tener el control sobre los tres poderes, porque ese día los ciudadanos habremos perdido la libertad.
Los proyectos hegemónicos han existido y existen, en la Nación y en las Provincias.
Siempre algún dirigente ha pretendido perpetuarse en el poder, ya sea él o ella, o su grupo familiar o político. Para ello tiene que lograr mayoría en diputados y en senadores, lograr mayoría en la Corte y en todos los organismos de control.
Estos políticos también avanzan sobre las asociaciones profesionales, gremios, sindicatos, así, avanzando sobre todas las instituciones de la sociedad.
Cuando esto sucede, cuando alguien avanza de esta manera, seguro perderemos derechos y quedaremos en manos de ese o esa psicópata política.
El poder por el poder mismo
Quien no conoce esos sistemas feudales en algunas provincias argentinas.
Para poder llegar tienen que corromper y ser corruptos, ya que para dominar usan el dinero, compran voluntades, otra historia que ya hemos vivido y vivimos en Argentina.
Hay que entender que lo mejor que le puede pasar a una provincia o al país es que nadie pueda controlar los tres poderes, y eso lo puede evitar el pueblo con su voto, y dirigentes políticos que digan la verdad, que le confiesen al pueblo como son las cosas.
La corrupción, la delincuencia, el incumplimiento a la ley y la violación de los derechos constitucionales se deben controlar con la misma ley y no con las armas.
Si seguimos apoyando proyectos mesiánicos, si apoyamos a quienes ofrecen balas o promueven el odio y la agresión, tarde o temprano esos mismos vulneraran nuestros derechos, y ya será tarde.
Hoy todavía podemos hacer valer nuestros derechos y ser escuchados en el Poder Judicial, pero ya se advierten esas dificultades propias del autoritarismo de un gobierno o de un gobernante.
Se padece en el orden nacional y en el provincial, aunque todavía hay algunos espacios para expresarse libremente y no ser silenciados por la pauta publicitaria.
Hay muchos cómplices o participes necesarios que apoyan o contribuyen para la existencia y avance de los autoritarios, un modelo que ha venido instalándose en distintos países, terminando con los derechos humanos.
Estamos viviendo tiempos difíciles, sin dudas estamos ante una crisis económica que nadie sabe como terminará, pero que todos sabemos que será dolorosa.
Este es el peor escenario, y el mejor para estos personajes de la política que nos ofrecen terminar con el otro, ya que finalmente solo buscan el poder, por el poder mismo, para hacer lo mismo que el otro, para su beneficio.
No tienen principios, todo vale para llegar al poder, solo necesitan juntar votos para que perdamos la libertad.