Por CAROLINA JACKY / Vivimos tiempos muy complicados en Argentina, siendo el centro de la atención mundial por el Presidente que hemos elegido.
Un Presidente que se ha presentado como liberal, libertario y anarco capitalista, y aunque ninguno de estos términos son sinónimos, y más bien me atrevo a decir que llegan a ser verdaderos y peligrosos antónimos, fue elegido para terminar con la casta.
Amén de esto se advierte en su equipo un sector conservador clerical con alguna gestualidad de populismo militar, espero se me entienda.
Nada de esto último es propio de las ideas liberales, y menos de las ideas liberales modernas y no de aquellas en que abrevó Alberdi.
Hoy el Presidente llegó con las banderas de la libertad, pero hasta el momento no ha presentado todo el plan económico, sino lineamientos y algunas medidas poco liberales.
Se han aumentado impuestos, ha afectado el derecho de propiedad y se habla de que avanzara en sentido contrario a lo prometido en la campaña.
Así no se es liberal.
No son tiempos para aplicar el liberalismo clásico en economía, hoy la economía social de mercado es la mejor herramienta para ordenar un país y permitir que todos crezcan respetando el orden jurídico.
Una definición de esa herramienta nos dice que “Los principios de la economía social de mercado combinan la libertad económica del mercado con la justicia social, la solidaridad, la sostenibilidad y la participación ciudadana. Este modelo busca lograr un equilibrio entre el éxito económico y el bienestar social, promoviendo una sociedad más justa y próspera”, como te darás cuenta muy lejos de lo que hoy vivimos.
La Constitución Nacional fue renovandose hasta 1994, y con la última reforma donde se incorporan Tratados y Convenciones Internacionales que fueron ampliando derechos sociales reconocidos por Naciones Unidas, la OEA, la OIT, y que en estos pocos días de gobierno se advierte son desconocidos y hasta repudiados por el mismo gobierno con sus actos y declaraciones.
Llama la atención la falta de empatía en estos días por los jubilados, no comprendiendo lo que están viviendo, sus angustias y necesidades.
Tampoco hay empatía con sus propios votantes, a quienes no le explican porque olvidaron la dolarización, el cierre del Banco Central, y muy especialmente de la casta que pagaría el shock, cuando hasta la fecha no aparecen castigados.
Atrás quedaron los que acompañaron al Presidente hasta la elección, para luego quedar en el camino y postergados.
Este fin de semana se conoció la renuncia indeclinable “Por motivos estrictamente personales, he tomado la decisión de no formar parte del equipo de comunicación del Gobierno del presidente Javier Milei que generosamente me han ofrecido” dijo el que habria sido el subsecretario de Medios, Eduardo Roust.
Algunos dicen que el motivo fue el nombramiento de Iñaki Gutierrez y su gente, empoderándose en el área, cuando todos saben de la estrecha relación que lo une con el Presidente, desplazando a un profesional de reconocida experiencia como Roust.
Todavía hay cosas que no llegan a la gente, pero que en estos momentos de ajuste provocarían la ira de muchos por la defraudación que significaría conocer ciertas verdades,
Para tener empatía no se puede tener hipocresía, y el votante siguió una promesa de cambio, y el cambio no es vestirse como militar, algo que también hacía Chavez y otros populismos de izquierda o derecha, tampoco subir los impuestos y mantener los privilegios o crear nuevos para “allegados y allegadas”.
Algunos dirán que no se puede gobernar sin negociar con la casta, pero esto no se dijo antes, ni se explicó.
Vemos como algunos Gobernadores nada han dicho de la pauta, de las empresas estatales provinciales, de la participación con formatos de fundaciones, Sociedades Unipersonales, Fideicomisos, Entes, todas cajas de la política que parecen no querer abandonar, mientras los representantes de La Libertad Avanza, LLA, provinciales parecen cómplices de un nuevo fraude electoral.
Silencios cómplices que tarde o temprano el pueblo descubrirá.
Empatía es cumplir con la esperanza de muchos, gestos, acciones que no defrauden.
Todavía hay tiempo, pero los errores se pagan.