Por CAROLINA JACKY / En mi memoria está ese fin de año en que Argentina y Chile se encontraban a pocos pasos de iniciar una guerra.
Quienes vivieron esos tiempos, madres que veían como convocaban a sus hijos, prácticas de bombardeo de ciudades, indicaciones de que hacer ante un bombardeo. ¿Te acordas?
Si no viviste esos tiempos, seguro que un adulto mayor te lo podrá contar. Sabés que hasta se dinamitaron vías férreas que conectaban ambos países.
En aquellos tiempos se esperaba la mediación Papal, los optimistas confiaban en que se lograría la paz, mientras que los pesimistas se angustiaban por las pérdidas humanas que tendríamos. Dos actitudes ante la vida.
Hoy también vemos a los optimistas y los pesimistas sobre el futuro de Argentina. Nunca tan terrible como en aquél tiempo. Mientras repasamos éstas líneas en el mundo se dirimen dos guerras y sus pobladores seguro se estarán concentrando entre la supervivencia y la esperanza de una vida mejor.
Seguro que la mirada sobre el presente contenido será distinta dependiendo a como actuás en general para todos los temas de la vida.
Hay unos que ven todo negro y otros que ven todo blanco, muy pocos, o una mayoría silenciosa tiene la posibilidad de ver los grises, y en esto también le va la salud mental y la salud en general.
Hoy los argentinos nos encontramos terminando un 2023 agotador, tensionante y estresante, aunque para muchos solo más de lo mismo, las constantes crisis económicas a los que nos tiene acostumbrados estos 40 años de democrática, y muchos más.
Algo pasó en Argentina y con los argentinos que al momento de votar, tuvieron la oportunidad de votar una continuidad sobre lo conocido, con matices, con “seguridades”, o inclinarse por “el cambio” propuesto por los de siempre, otra alternativa que no logró pasar al ballottage.
Finalmente el pueblo eligió.
Podemos discutir qué fue lo que eligió, lo que no es discutible es qué es lo que rechazó.
El pueblo firmó un cheque para un cambio profundo, nunca un cheque en blanco, ya que en dos años volverá a votar, y eso es lo bueno en democracia, algo que no les gusta a los autocráticos, siempre proclives a simpatizar con dictaduras de izquierda o derecha, ambas populistas.
Terminando 2023 la sociedad recibe una serie de normas que cambian profundamente todo lo conocido por muchos argentinos y solo experimentado por los que han tenido la oportunidad de visitar o residir en otros países occidentales.
Lo importante es la actitud con que recibiremos este 2024, informarnos seriamente de los cambios y como beneficiarse o protegerse de los mismos, de nada vale oponorse por oponerse sino saber que hoy día ya tiene plena aplicación el DNU, más allá que mañana no sea aprobado, hay una ventana de vigencia donde podrás beneficiarte o protegerte.
Tampoco hay que perder la mirada de que la ley ómnibus remitida al Congreso trata muchas de las medidas indicadas en el DNU, lo que significa que el gobierno electo insistirá por lodos los medios que permite la Constitución Nacional para lograr su objetivo.
Seguro que muchos de los cambios serán aprobados, mediando negociaciones, seguramente se conseguirán los votos para ir en la dirección a ese cambio votado.
PESIMISTAS y OPTIMISTAS
El 2024 lo tendremos que vivir, si Dios quiere, y seguramente en un año estaremos recibiendo el 2025, si Dios quiere. Este no es un pensamiento pesimista, si no realista.
En ese caso seguramente estaré escribiendo otra nota para ustedes, y en un día como hoy, más allá de la ideología que tenga cada uno, me gustaría que esa nota tenga más optimistas que pesimistas, y que dentro de la democracia Argentina sea un país predecible y digno para que nuestros hijos y nietos no piensen en emigrar, y que otros decidan retornar.
En esta noche mi espíritu es levantar las copas por todos y todas las argentinas y con sinceros deseos de PAZ y PROSPERIDAD.