Por CAROLINA JACKY / Durante años nuestras universidades supieron de gastar, pero poco de administrar.
Nadie duda del nivel académico de muchas de ellas, pero sus Rectores y Decanos, fueron buenos administradores, eso debemos preguntarnos.
En estos días, frente a declaraciones de que algunas universidades podrían cerrar sus puertas, declaraciones dichas hasta por sus propios administradores, valdría la pena analizar como han sido administradas estos centros de altos estudios en todos estos años de democracia, y si también han pecado de lo que peco toda la clase dirigente, hacernos cada día más pobres, también en educación.
Así es que me preguntaba, cuántas de estas universidades aprovecharon los tiempos del dólar barato para equiparse con energía solar, cuantas invirtieron en recambiar todas las luminarias por led, y cuantas extremaron todos los beneficios que la tecnología brinda para reducir los costos.
Pensemos que esos rectores y decanos han sido nuestros administradores, y tenemos el derecho a exigirles que rindan cuenta.
También habría que preguntarse cuánto han hecho para organizar programas de capacitación, de posgrado, servicios a terceros, ya sean públicos o privados, a fin de poder lograr recursos propios.
Cuantos servicios a la comunidad han creado con convenios de asistencia y pagos o rentados, aventurándose a competir con el sistema privado.
Seguramente que muchos saldrán con la máquina de impedir, de que no se puede por esto o por aquello, conozco mucho de esos discursos.
En algún momento, desde mi profesión hice propuestas, pero era más fácil “pedir más presupuesto” y no “gestionar”.
Muchos de estos rectores y decanos me recuerdan la parábola de los talentos. Para quien no la conoce, se las regalo
“Porque el reino de los cielos es como un hombre que yéndose lejos, llamó a sus siervos y les entregó sus bienes. A uno dio cinco talentos, y a otro dos, y a otro uno, a cada uno conforme a su capacidad; y luego se fue lejos. Y el que había recibido cinco talentos fue y negoció con ellos, y ganó otros cinco talentos. Asimismo el que había recibido dos, ganó también otros dos. Pero el que había recibido uno fue y cavó en la tierra, y escondió el dinero de su señor. Después de mucho tiempo vino el señor de aquellos siervos, y arregló cuentas con ellos. Y llegando el que había recibido cinco talentos, trajo otros cinco talentos, diciendo: Señor, cinco talentos me entregaste; aquí tienes, he ganado otros cinco talentos sobre ellos. Y su señor le dijo: Bien, buen siervo y fiel; sobre poco has sido fiel, sobre mucho te pondré; entra en el gozo de tu señor. Llegando también el que había recibido dos talentos, dijo: Señor, dos talentos me entregaste; aquí tienes, he ganado otros dos talentos sobre ellos. Su señor le dijo: Bien, buen siervo y fiel; sobre poco has sido fiel, sobre mucho te pondré; entra en el gozo de tu señor. Pero llegando también el que había recibido un talento, dijo: Señor, te conocía que eres hombre duro, que siegas donde no sembraste y recoges donde no esparciste; por lo cual tuve miedo, y fui y escondí tu talento en la tierra; aquí tienes lo que es tuyo. Respondiendo su señor, le dijo: Siervo malo y negligente, sabías que siego donde no sembré, y que recojo donde no esparcí. Por tanto, debías haber dado mi dinero a los banqueros, y al venir yo, hubiera recibido lo que es mío con los intereses. Quitadle, pues, el talento, y dadlo al que tiene diez talentos. Porque al que tiene, le será dado, y tendrá más; y al que no tiene, aun lo que tiene le será quitado. Y al siervo inútil echadle en las tinieblas de afuera; allí será el lloro y el crujir de dientes”.
Ningún cristiano puede desconocer esta parábola del Evangelio que viene muy bien para algunos rectores y decanos de nuestras universidades, sin dudas necesitamos un fuerte cambio en la administración de las universidades.
Hay autonomía universitaria y esta se debe respetar, cada universidad deberá resolver su situación preservando esa autonomía, pero si pide ayuda deberá comprender que quien la brinde exigirá rendición de cuentas.
No deben olvidar sus administradores que el presupuesto que reciben del Estado Nacional es producto de los recursos que aportan todos los ciudadanos, los que estudian y los que no estudian.
Viene un cambio de mentalidad, se requiere capacidad para administrar y creatividad para los tiempos que se vivirán.