Por DANIEL ARIOSTO / Sin ella no podríamos satisfacer nuestras necesidades y desarrollar el trabajo que dignifica y nos permite crecer, avanzar.
Es parte de la cultura, entendida en el aspecto más amplio del término y determina, en cierta forma, muchísimos aspectos de la vida de las sociedades, obviamente.
Y es ahí donde nos preocupa también el destino de nuestro país.
Ámbitos como la seguridad, la salud y la educación vienen sufriendo desde hace tiempo la desinversión de un estado sobredimensionado, endeudado y sin reacción, salvo para endeudarse más.
Es en este contexto es que leemos que: “Entre 2004 y 2021, 12 de las 24 jurisdicciones argentinas disminuyeron la participación de la educación en sus presupuestos. CABA (-8,8 puntos porcentuales) y Mendoza (-7,3 pp) fueron las que más redujeron el financiamiento educativo como porcentaje del gasto total. Los datos surgen del informe “Financiamiento educativo provincial”, del Observatorio de Argentinos por la Educación, con autoría de Javier Curcio (UBA/IIEP), Martín Nistal y Víctor Volman (Observatorio de Argentinos por la Educación).
Teniendo en cuenta que las provincias son responsables del 75% del financiamiento educativo, el documento analiza cómo evolucionó el gasto educativo en las provincias, en qué gastaron y qué esfuerzo presupuestario hicieron entre 2004 y 2021.
Entonces entendemos que no solo es que la economía va mal, ganamos menos y podemos comprar menos. Vimos horrorizados que en Mendoza no solo hay más de 1000 personas haciendo fila para acceder a comida en un comedor barrial que se estaba quedando sin insumos sino que también, vemos escuelas que se vienen abajo, niños con hambre que no pueden comer, docentes empobrecidos, en un contexto en el que, de ninguna manera, se puede enseñar ni aprender.
La educación es la base de toda sociedad.
Sin educación no puede haber buenos dirigentes.
Sin educación no puede haber sociedad civilizada.
Sin educación no puede haber movilidad social.
Sin educación no hay convivencia democrática, debate, consenso.
Sin educación no hay igualdad, ni diversidad, ni cultura, ni justicia, ni seguridad, ni vida posible.
Es por ello que también, tenemos que exigir a los candidatos que presenten sus propuestas acerca de qué van a hacer con esta área vital de cualquier sociedad.
“El ciclo que viene es el de un Estado que está fundido y un sector privado que está mejor”, dice con una mirada particular el especialista en temas financieros Claudio Zuchovicki. El gran problema de esto es que, el Estado en nuestro país regula muchísimos aspectos, entre ellos las políticas de educación, salud y seguridad y no hace otra cosa que pedir más y más tributo, lejos de mejorar la calidad de vida de sus ciudadanos.
La cultura de trabajo también se transmite a través de la educación. Desde hace décadas, se pretende reemplazar falencias en política económica con dádivas que alcanzan a un sector muy grande de la población. Fuera de presentar una solución, nos trajeron a una realidad en la que ya se puede hablar de tres generaciones que no prosperan porque suponen que dependen de un plan social para sobrevivir.
Cuántas veces nos preguntamos si un pueblo sin educación no es funcional a malos gobiernos.
Es por eso que exhortamos a quienes se postulan para cargos ejecutivos, pero también legislativos, de todos los niveles, a que asuman un liderazgo con claro objetivo a mediano plazo: Tener un pueblo más y mejor educado, para que Argentina vuelva a ser destacada en la región por la formación de sus niños y jóvenes.
Sin educación, no puede haber buenos dirigentes y no podemos elegirlos y eso nos va a seguir pesando por muchos años más.
Con el foco puesto en un mayor presupuesto educativo, con un lineamiento firme en la formación integral de los argentinos, veremos garantizado un futuro mejor para nuestro país.