“En tiempos tan oscuros nacen falsos profetas…”
Joaquín Sabina
Por Alejandro Trapé / Más allá de la sorpresa de muchos (me incluyo), la irrupción de Javier Milei en el panorama político argentino es un resultado, un efecto, una consecuencia.
Antes de empezar me confieso: comulgo plenamente con algunas de sus ideas, parcialmente con otras y no adhiero en absoluto a otras. Pero no es mi intención en esas líneas analizarlas en detalle, ni ver cuál de ellas cae en cada uno de esos tres casilleros. Por las dudas, en la nota al pie listo las principales, para que si Ud lo va a votar sepa qué va a votar, o si no lo va a votar tenga claro qué no va a votar.
Como en el caso de los asesinos seriales, quienes llegan a serlo por una acumulación de problemas, traumas y vicisitudes acumulados en su vida desde niños, todo lo que sucede en la economía argentina tiene como antecedente los problemas, traumas y vicisitudes que los argentinos hemos tenido en las últimas décadas (que no son pocos), tanto en lo económico-social como en lo político
Por eso digo que Milei es una consecuencia, un resultado de una combinación de causas que se han ido reuniendo a lo largo de décadas de sinsabores, malestares y traiciones a manos del enemigo que él identifica y apunta muy bien: “la casta“.
En 1983 Argentina recuperó la democracia. Ese año nos libramos de un funesto sistema autoritario e ilegítimo que, por suerte, nunca volvió a acceder al poder. Sin embargo, desde entonces no todo fue color de rosa y la democracia que hemos tenido ha sido muy pobre, muy débil, amparada en listas sábana y cooptada por grupos de poder (económico y político) a los que ya dos veces (o más) les hemos pedido “que se vayan todos”. Estoy seguro de que nadie quiere que se vaya la democracia, pero muchos queremos que esta democracia cambie, mejore, nos dé respuestas que no nos ha dado.
En materia política, en estos cuarenta años hemos visto pulular por las oficinas gubernamentales y los espacios de poder a las mimas caras, a sus hijos/as, a sus nietos/as y a sus delfines. Muy pocas caras nuevas, muy pocas ideas nuevas. Ninguno rinde cuentas de su errores ni trapicheos, salvo el tibio castigo que les imponen las urnas (muy tibio). En materia económica, hemos visto pasar a todos los colores y ninguno ha resuelto los problemas centrales de pobreza, inflación, precariedad laboral. En materia social ni con unos ni con otros hemos observado avances (todo lo contrario) en aspectos críticos como seguridad, vivienda, salud o educación.
A esto debemos sumar el manoseo de la ideología. En los 90 se bastardeó la ideología “de derecha” y entre 2003 y la actualidad se bastardeó la “de izquierda”, ambas aplicadas en otros países con muchos mejores resultados. Seguramente porque en los dos casos de trató de grupos políticos disfrazados de corrientes ideológicas que fueron tan corruptos e ineptos que nos hicieron pensar equivocadamente que “la derecha es funcional a los empresarios prebendarios y ricos” y que “la izquierda es funcional a quienes no les gusta trabajar y les gusta vivir de arriba”. Dos visiones totalmente distorsionadas de lo que en su momento pregonaron Marx, Lenin y Gramsci por un lado o Smith, Popper y Hayek por el otro.
Pero este vapuleo de la democracia no debe llevarnos a cuestionar a “la democracia” sino a “esta democracia”, cooptada, corrupta, nepotista, prebendaria y ventajera.
PRINCIPALES IDEAS DE MILEI
(Importante: Muchas de estas propuestas requieren leyes del Congreso, donde Milei tendrá pocos diputados y ningún senador).
- Dolarización de la economía y desaparición del BCRA.
- Eliminar el Ministerio de la Mujer
- Modificaciones en la Administración Pública: Reducción de ministerios, dejando únicamente ocho: Economía, Justicia, Interior, Seguridad, Defensa, Infraestructura, Relaciones Exteriores y la creación de la cartera de Capital Humano, que agruparía a las actuales carteras de Desarrollo Social, Educación y Salud.
- La Educación Sexual Integral (ESI) dejará de ser obligatoria.
- Derogar el aborto legal
- Legalización del comercio de organos
- Portación legal de armas: facilitar el acceso a las armas en la población. “Aplicar una doctrina de Seguridad Nacional”.
- Privatización del sistema de salud y educación pública
- Jubilados: la vuelta de las AFJP
Adhiero fervorosamente a la democracia, pero no a esta que tenemos. No quiero listas sábanas, ni desdoblamientos de elecciones por conveniencia, ni reelecciones indefinidas, ni jubilaciones de privilegio a legisladores, ni ausencia de rendición de cuentas de los funcionarios, ni un estado sordo y ciego compuesto por amigos, ni jueces complacientes o funcionales, ni licitaciones amañadas, ni testaferros, ni falsos DNU, ni séquito de asesores, …
De este menjunje asqueroso de pseudodemocracia, amiguismo, corrupción, enriquecimiento ilícito, inoperancia, ineptitud empoderada, caras repetidas, inflación, estancamiento, pobreza, etc., etc., etc., surge el abatimiento del argentino medio que se debate entre “ya no creer en más nada ni nadie” hasta “buscar un cambio a cualquier precio”.
Y así como en EEUU apareció Trump, en Brasil Bolsonaro, en Francia Le Pen, en Italia Meloni o en España VOX, en Argentina emerge la figura de Milei, un outsider político representante de la derecha libertaria más intransigente. Tal vez ha sido empoderado por un “voto bronca” o por una búsqueda de algo nuevo o por sus méritos, pero lo cierto es que ha sido empoderado. Ya está allí, llegó para quedarse, sea o no el presidente que asuma en diciembre.
Como en los casos de los populistas anteriores, la sociedad lo dejó llegar y luego se sorprendió de su aparición. Y ahora, cuando aparecen declaraciones chocantes o políticamente incorrectas, se escandaliza. Hagamos entonces un poco de autocrítica y en ese sentido también seamos justos con Milei. No es un populista como los que pululan por el mundo, endulzando el oído de un electorado confundido, prometiéndole “saltarse” a las organizaciones políticas que no dan respuesta y diciendo sólo lo que la gente ansía escuchar. Milei es auténtico, dice lo que piensa, no se contradice, resiste el archivo. Sin duda, en las formas también es distinto.
Milei avisa y, por eso, no traiciona. Dijo y dice lo que piensa y la gente lo votó.
No se trata del político que engaña a la sociedad con un tergiversado canto de sirena. Es la sociedad que le pone su oído a un discurso duro, combativo, ideológicamente cargado pero directo y sincero. Una sociedad que no sabe bien si eso es lo que quiere, pero como lo ve distinto, decide probar. Una sociedad que parece no ver aún que buena parte de sus propuestas son muy difíciles de llevar adelante porque requieren mayorías que no tendrá en el Congreso, reformas constitucionales que no podrá encaminar o “licencias sociales” que le será imposible gestionar. Pero igual decide probar.
No tengo autoridad para juzgar a los argentinos por hacer eso, incluso entiendo perfectamente la necesidad de buscar algo que dé respuestas a sus necesidades sociales, políticas y económicas, para no seguir viendo con tristeza y hasta vergüenza cómo los demás países (aún con sobresaltos) nos superan en todos los órdenes relevantes de la vida. También yo siento esa necesidad.
Sólo pido que sepamos lo que votemos en octubre, que analicemos todo el iceberg no sólo la punta. Porque en este caso, el iceberg entero está a la vista.
Si finalmente es Milei, que sea Milei. Pero recuerden, él no ha escondido nada, nos ha avisado.
Fuente: De eso no se habla.