Los electores de 16 y 17 años representan el 3,4% del padrón mendocino. En 2023 apenas votó el 46% de ese segmento, uno de los niveles más bajos del país. Si alguna fuerza logra movilizar a los que no fueron a las urnas, podría modificar resultados en comicios de margen fino.
Un millón de jóvenes argentinos de 16 y 17 años se incorporan al padrón para las elecciones del 26 de octubre. Según la Cámara Nacional Electoral, en Mendoza representan el 3,4% del total, ubicando a la provincia en el octavo lugar a nivel nacional detrás de Misiones (3,8%), Formosa (3,6%), Salta (3,6%), Jujuy (3,5%) y San Juan (3,5%).
La incorporación es posible desde la sanción de la Ley 26.774 en 2012, que permite el voto voluntario sin sanción en caso de no concurrir.
Baja participación histórica: el verdadero dato político
Aunque el peso porcentual no es el más alto del país, el factor determinante en Mendoza es otro: en 2023 la participación juvenil fue del 46%, una de las más bajas. A nivel nacional, en cambio, la concurrencia de jóvenes viene en alza: 58% en 2015, 64% en 2019 y 68,6% en 2023, el pico histórico.
Esa brecha convierte a los jóvenes mendocinos en un electorado no capturado: el potencial de crecimiento está en movilizar a los que no votaron, no en disputar votantes ya fidelizados.
Qué pueden cambiar el 26 de octubre
Mendoza elige en un contexto de márgenes ajustados. Un corrimiento leve de participación joven puede traducirse en bancas: por cada punto que sube la concurrencia de este segmento, se altera la distribución final sin necesidad de mover el voto adulto.
Los estudios de opinión describen a este electorado con motivaciones mixtas: demandas clásicas (educación, empleo, vivienda) más capas contemporáneas (ambientalismo, igualdad de género, innovación tecnológica). El desafío de las campañas no es solo persuadir, sino lograr que efectivamente vayan a votar.
